martes, 3 de noviembre de 2009

Recuerdos

Confuso sufrir la ausencia de quien aun no conoces, de nadie en particular, una agónica sensación de insospechado origen y desconocida resolución. Días que transcurren con una rápida lentitud, novedosa y repetida. Cada palabra ininteligible expresa puntualmente la inútil insistencia en entender la sinopsis en tiempo real de un argumento Kafkiano adaptado al argento y transmutado al lenguaje de la ciudad de pobres corazones, con resultado desagradable, sin talento. Opera prima de algún analfabeto espiritual clase zeta, freak y bizarro desde el génesis, que ni un Apocalipsis salva ni redime. Autoservicio de vanidades superficiales, tan berretas que deprimen al más entrenado en vulgaridad y chatura extrema.



Privados por convicción hasta del lenguaje, culto a la ignorancia transmitida de generación en generación, preservando la subespecie dominante. Apareamiento y alcohol como máxima expresión cultural, segunda selección en humanidad, cero en alma y corazón. La verdad siempre escondida, huye despavorida, ni en la formal misa dominguera aparece, múltiples caras, quíntuples vidas, laberintos inútiles en si mismos, sin entrada ni salida. Entre toda esa gente no encuentras a nadie que no haya sido infectado por este virus bipolar precolombino que se expande desde adentro, como un cáncer sin quimioterapia posible ni deseada. Orgullosos de su putrefacción se regodean y la exhiben sin pudor.



Integrarse a esta etnia por voluntad propia seria como inmolarse por una utopía en un patíbulo mentiroso, todo por nada a cambio de ser un ciudadano común, tan común y tan normal como un grano de arena de un desierto maldito hasta por Satanás. Desoír los cantos de sirenas seria el consejo de un extranjero que transita esta confusa tangente del espacio tiempo sideral, triangulo de bermudas y musculosa, autocensura inducida, punto en estado de coma. O embalsamar el alma con algún bálsamo celestial, negro o azul gris…como lo ojos que solo ves en sueños, despierto...o en un espejo…

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