martes, 3 de noviembre de 2009

Filmame y Decime Marta

El acelerado avance tecnológico de los últimos años ha puesto al alcance de cualquier mortal –por no decir de cualquier gil- sofisticados artefactos dignos de James Bond, el impecable agente 007 del Servicio de Inteligencia Británico. Gracias a este salto tecnológico, lo que hasta hace pocos años existía solo en el terreno fantástico de la literatura o la pantalla grande, hoy se puede adquirir por una módica suma en cualquier antro de Puerto Elsa.

Es así, que subidos en esta “nueva era digital” ha nacido una nueva casta, una suerte de noveles directores de cine porno amateur que desde sus modernos celulares dejan grabadas para la posteridad imágenes que antes quedaban resguardadas entre las cuatro paredes de la intimidad. De este modo uno puede observar, no sin que se le presenten un sinfín de interrogantes, a la hija de un conocido comerciante de motocicletas local teniendo sexo desenfrenado con su ocasional amante/director sin ruborizarse siquiera. O a una conocida “rubia de los monoblocks” de las viviendas, o a la vendedora de Puerto Elsa, o a tu vecina, tu hermana, tu novia, ex novia o tu mujer, siendo gustosas protagonistas de estos films caseros que luego circulan rápidamente de celular en celular como una pandemia irrefrenable.

Claro que estas “chicas” saben que las están filmando, saben que ese “documento” luego se propagara por toda la ciudad, y localidades limítrofes. Aunque este detalle lejos de importarles parece que las induce a cumplir con mayor solvencia “su papel” protagónico. Y es así como uno las puede ver sonreír a la cámara, practicar sexo oral con maestría sin igual, llevar a cabo las más intrincadas posturas del milenario “Kamasutra”, tener sexo anal con asombrosa facilidad o hasta mandar saludos con la “boca llena” o bien hablando por celular al mismo tiempo con su desprevenida pareja, y/o cornudo de turno. Como bien lo refleja el popular video (una obra maestra) donde la sedienta señorita le repite insistentemente al marido/novio/pareja, mientras utiliza su cavidad bucal para otros menesteres; “Ya estoy llegando, ya estoy llegando…en cinco minutos estoy ahí gordo” repite para regocijo de los fans de estos videos amateur locales.

Uno, en su estupidez, pensaba que estas chicas vivían un horror, una estafa moral, una traición de las más bajas al enterarse de la súbita fama lograda por la trascendencia inconsulta de “sus videos”, que de la vergüenza no saldrían ni a la esquina sin ponerse la mascara de Barak Obama. Pero según hemos podido establecer (y esto es de lo mas asombroso) ellas están encantadas por la popularidad obtenida, y dicen que a partir de allí se han vuelto mucho mas “populares”…

Saliendo del ámbito local, casos que han horrorizado a mas de uno fueron los ocurridos con una “nena” de 10 años que se filmó mientras tenía sexo con su compañero de 16. Esto sucedió en la provincia de Río Negro, donde una chica compartió con sus compañeritas de quinto grado el video que filmó mientras mantenía relaciones sexuales con un adolescente de 16. O el de una estudiante de 14 años y su compañero de 15 que recibieron la máxima sanción antes de ser expulsados de una escuela de Paraná, luego de que se filmaran con un teléfono mientras mantenían sexo oral en el baño de una estación de servicios y la grabación se difundiera masivamente.

Desde la aparición hace unos años atrás en el mercado de los celulares con cámara fotográfica, he gastado saliva inútilmente recomendando desde mi programa radial -especialmente a las chicas- que no se dejaran retratar teniendo sexo con sus parejas de turno, porque la realidad indica que "tu amor de hoy puede ser tu enemigo de mañana", y esas fotos circular con la rapidez de una mala noticia. Con más razón debería recomendar lo mismo con la aparición luego de los celulares con cámara filmadora, pero, presumo que nadie querría perderse sus cinco minutos de fama…




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